jueves, 26 de diciembre de 2013



LAS GLACIACIONES

Se conocen por la ciencia actual varios períodos glaciares que han dado lugar a la expansión de los hielos en ambos polos. La última de ellas, la Würm, tuvo su inicio hace unos 50.000 años. 

Recientemente se ha descubierto que la forma física de la Tierra ha experimentado un aumento de sus dimensiones en la zona ecuatorial, y una merma de su diámetro medido en los polos, invirtiendo la tendencia habitual hacia el redondeamiento a partir de 1998. 

Una posible explicación de este ensanchamiento ecuatorial según científicos del Real Observatorio Belga se debe al cambio climático y al aumento del deshielo de los casquetes polares, dado que en 1998 se registraron las mayores temperaturas en las superficies oceánicas jamás medidas. 

Las mediciones mediante satélites confirmaron también que en 1998 el deshielo liberaba una cantidad de agua al menos cinco veces mayor que en la década anterior. 

Pero este fenómeno no es nuevo, puesto que la Tierra ha sufrido alternativamente varios períodos glaciares, y otros tantos interglaciares en los que aumenta el deshielo polar.

LAS GLACIACIONES

Se conocen por la ciencia actual varios períodos glaciares que han dado lugar a la expansión de los hielos en ambos polos, y que en el hemisferio norte europeo son conocidas con la denominación de Würm, Riss, Mindel y Günz-Danubio (desde hace 2.000.000 de años hasta unos 12.000 años). La última de ellas, la Würm, tuvo su inicio hace unos 50.000 años, época en que los hielos llegaron a cubrir la mayor superficie terrestre posible, y declinó hace unos 12.000 u 11.000 años. 

También en Norteamérica se conocen otros períodos glaciares, que mantienen cierta concordancia con los europeos y que se denominan como Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin. 

En el polo sur, la Antártida ha pasado también por otros períodos glaciales como son los que ocurrieron desde hace unos 15.000 hasta 29.500 años, desde hace 40.000 a 133.000 años, desde 173.000 a 350.000 años, etc... 

Consecuentemente el nivel de las aguas en el mar ha descendido o se ha elevado según se concentrasen las aguas más en los hielos polares o bien se redujera la superficie glaciar. Dado que el espesor de hielo en los casquetes polares alcanza en ocasiones hasta unos 2.000 m, si se fundieran por motivo de un cambio climático severo los niveles del mar podrían oscilar incluso hasta un centenar de metros. Las consecuencias sobre las islas y ciudades costeras, y sobre la distribución de los seres vivos sobre la piel del planeta no hace falta señalarlas. 

El mayor nivel alcanzado por los mares se registró en el inicio del Cámbrico, hace unos 130 millones de años, en que las aguas llegaron a estar a 120 metros por encima de la cota actual.

LAS CAUSAS DE LAS GLACIACIONES

Las causas de una glaciación pueden ser diversas, aunque la principal de ellas podría estar relacionada con una causa astronómica(1), como la variación de la inclinación del eje terrestre con respecto al plano de la eclíptica ( plano en el que se mueve la Tierra con respecto al Sol). Aunque esta afirmación parece de pseudociencia, se sabe, por ejemplo, que por el cambio de la posición de los Polos terrestres al menos en 4 ocasiones, pasaron ciertas tierras con clima tropical a encontrarse sometidas, de modo repentino, a un clima glacial, como es el caso de la Antártida, o las islas del Océano Ártico. Y ello no puede explicarse tan sólo por la deriva continental, la cual puede propiciar el viaje de los continentes, como por ejemplo el caso de la India, desde las zonas polares hacia zonas ecuatoriales, pero no de modo inmediato, como así constatan otros datos sobre los sedimentos, los tipos de polen, el tipo de flora y fauna en general o la extinción repentina de la misma. 

Menos extraño nos parecerá si se conoce el caso de inclinaciones del eje en Marte, de hasta 80 grados, según los estudios del profesor Jean Laskar(2), pero abordaremos este apasionante tema del vuelco del eje terrestre con la profundidad que merece en una próxima ocasión. 

Otra causa astronómica importante es el cambio en la órbita terrestre con respecto al Sol, puesto que si se alejase la Tierra con respecto a su estrella a mayor distancia de la actual, dada su inclinación resultaría que el casquete polar más alejado del Sol recibiría menor radiación solar que la actual, y por tanto con el tiempo aumentaría en él la cantidad de hielo polar. 

La glaciación podría deberse también a cambios en la radiación solar, ya sea por alteraciones de la cantidad de radiación que emite nuestra estrella, o bien, por variaciones en la radiación que nos llega a la Tierra, y consecuentemente darían lugar a variaciones en la temperatura resultante en su superficie. 

Los diversos estudios realizados sobre las variaciones de la radiación solar emitida por nuestra estrella, realizados por el astrónomo M. Milankovitch, parecen indicar que hay cierta relación entre los descensos de radiación solar con las glaciaciones aunque influyen otros factores. 

Las variaciones en la radiación que llega a la superficie terrestre claramente están influenciadas por las alteraciones atmosféricas y del medio ambiente que la actividad del hombre ocasiona en nuestro planeta.

ANÁLISIS DE LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS QUE SE PROVOCAN

Dichas alteraciones dan lugar a un aumento generalizado de la temperatura media atmosférica y propician un cambio en los climas que puede deberse a la variación de dióxido de carbono acumulado en la atmósfera (CO2), y también a la cantidad de otros gases a los que tradicionalmente se les dio menor importancia (2), como es el caso del vapor de agua (H2O). 

El aumento de la actividad industrial del hombre, la tala indiscriminada de los grandes bosques -que fijan el CO2 y devuelven Oxígeno (O2) a la atmósfera-, las partículas en suspensión en la atmósfera en los casos de grandes erupciones volcánicas, y otras causas menores, son factores determinantes del cambio climático, pues aumentan el efecto invernadero. 

Dicho efecto invernadero, debido a la acumulación de gases que retienen el calor no es un elemento primordial pero sí importante que acelera los mecanismos de las glaciaciones. 

Además de las emisiones de gases a la atmósfera fruto de un desarrollo industrial desarmónico y no sostenible, al aumentar la temperatura media del planeta hay más evaporación del agua de los mares en forma de vapor de agua, el cual también aumenta cuando crece el consumo de hidrocarburos. 

Pero el contenido de vapor de agua acumulado en la atmósfera, cosa que no ocurre con el CO2, presenta la paradoja de que puede ser beneficioso o dañino según las cantidades totales que se registren. Cuando se acumula en pequeñas cantidades puede ayudar a que aumente la cantidad de calor retenida en la atmósfera, contribuyendo, aunque menos que el CO2, a que se recaliente el planeta. De otro modo cuando se acumula en grandes cantidades puede llegar a reflejar en las capas altas de la atmósfera los rayos solares y evitar que se cree el efecto invernadero, aumentar en consecuencia las nubes, y finalmente aumentar el agua líquida circulante, ya sea como lluvia, ríos, mares y casquetes de hielos polares.

IMPORTANCIA DE LOS MARES EN LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS

En las últimas décadas, en ciertas zonas árticas, se constata un deshielo importante en lugares como Groenlandia, o la isla de Ellesmerne, que deja libre de hielos amplias zonas antaño cubiertas de modo permanente en las épocas estivales. El cambio climático presenta por lo tanto indicadores inequívocos, y ya es algo percibido por cualquier persona. 

A mayor cantidad de hielos polares que pasan a convertirse en un aporte de agua a los mares, mayor es la superficie marina susceptible de contribuir a un calentamiento global, cuando en cambio las superficies heladas contribuían a reflejar hacia la atmósfera la radiación solar. 

Dado que los mares acumulan el calor con cierta inercia, es decir, lo ganan y lo pierden lentamente(2), las corrientes oceánicas juegan también un papel muy importante en la formación y consolidación de las glaciaciones, porque redistribuyen la energía del planeta y mantienen un equilibrio entre las temperaturas ecuatoriales y polares(3). 

A modo de ejemplo citaremos que en el Océano Atlántico la corriente del Golfo hace más cálidas las costas del norte de Europa de lo que cabía esperar, y abundan en ello los datos geológicos que nos demuestran que desde hace más de 11.000 años las temperaturas en la costa norte europea eran inferiores a las actuales, tal vez porque dicha corriente no llegaba a latitudes tan altas. 

Todo ello confirma que hubo una variación con respecto a las condiciones climáticas precedentes, lo cual es coincidente con las crónicas de cientos de textos de las tradiciones clásicas sobre la desaparición del continente Atlante (ocurrida hacia el 9.500 a.C., según dichos textos), lo que dio lugar a la aparición de la corriente del Golfo. 

La exploración de los fondos marinos también nos señala que algunas mesetas, hoy sumergidas, estuvieron en contacto con la superficie, y por ello antaño interrumpían dicha corriente. 

Del mismo modo que una corriente eléctrica provoca a su alrededor un campo magnético y viceversa, siendo que los mares son comparados en todas las civilizaciones con la fuente de vitalidad del planeta, podríamos esperar también que los cambios en las corrientes marinas, puesto que ayudan a la redistribución energética y térmica del planeta, contribuyen incluso a los cambios en el campo magnético terrestre, cosa que ya ha sucedido cientos de veces en la Tierra, así como en la Luna(4),, pero esto también lo abordaremos en una próxima ocasión. 


Bibliografía

(1) Geología, Edit. Paraninfo, Madrid, 3ª Edición. Autores: Bermudo Melendez- Jose Mª Fuster. 

(2) Revista Universo, nº 44, Diciembre de 1998. Artículo Teoría Astronómica de las Glaciaciones, del Prof. Manuel Vázquez Abeledo. 

(3) Revista Estratos, nº 59, Primavera de 2001. Artículo Corrientes marinas y cambio climático, del Prof. Manuel Toharia. 

(4) Revista Investigación y Ciencia, nº 137, de Febrero de 1988. Artículo Paleomagnetismo Lunar, del Prof. S.K. Runcorn.


Ramón Sanchís- Revista Esfinge


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