sábado, 21 de diciembre de 2013

Contaminación por dioxinas

imagen del compuesto quimico dioxinaLa opinión pública se ha hecho eco de este problema recientemente por el hallazgo dedioxinas en piensos, carne y huevos en granjas alemanas. La sustancia protagonista es un veneno viejo y conocido. Pero, ¿qué son las dioxinas?
Las dioxinas son fundamentalmente subproductos de procesos industriales, pero que también pueden producirse en procesos naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales. Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la liberación de dioxinas al medio ambiente, la incineración descontrolada de desechos sólidos suele ser la causa más grave, dado que la combustión es incompleta.
Las dioxinas son uno de los peores tóxicos fabricados por el hombre
La explicación oficial es que lo ocurrido en Alemania es un fraude aislado. Los fiscales investigan si la compañía Harles and Jentzsch distribuyó grasas industriales a los fabricantes de piensos que no eran aptas para el uso alimenticio.
Pero la opinión de expertos en nutrición y de toxicólogos es que no se trata de la acción puntual de algunos piratas, sino de un mal generalizado. Lo cierto es que la presencia de contaminantes químicos en la comida es un asunto prioritario para la UE, que apoya el trabajo de un grupo de investigación denominado CASCADE. Éste agrupa a 200 científicos de nueve países que estudian desde 2004 la presencia de tóxicos en los alimentos.
Uno de sus principales objetos de escrutinio son los llamados contaminantes orgánicos persistentes (COP), entre los que se encuentran las dioxinas. Los COP son sustancias fabricadas por el hombre con un largo ciclo de vida. A su potencial tóxico unen dos propiedades que las hacen más dañinas: no se descomponen y tampoco se eliminan del cuerpo. Es el efecto bioacumulativo: cuanto mayor es una persona más crece su exposición a los COP. Como además se acumulan en las grasas, la dosis crece en función de la grasa ingerida.
Hasta ahora, la industria ha lanzado moléculas sin tener que dar explicaciones y sin estudiar sus efectos en la naturaleza y en la salud. De hecho, nadie sabe cuántas sustancias químicas diseñadas por el hombre circulan. Hasta tal punto es así que hace sólo tres años que la UE puso en marcha una directiva llamada REACH para controlar los productos químicos que se fabrican en la UE. La fase preliminar acaba de terminar y ha dado una lista de 140.000 moléculas.
Y ¿qué podemos hacer nosotros? Los expertos sugieren varias vías: comprar productos frescos, productos con el menor envase posible y consumir alimentos con certificadobio y eco con estándares de producción avalados por controles oficiales que nos aseguran que la química artificial no ha estado alejada del proceso.

Contaminantes orgánicos persistentes

Productos químicos con graves consecuencias medioambientales y sanitarias que pueden ser sustituidos en la mayoría de los casos
  • Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA
  •  
  • 5 de enero de 2007

Imagen: Wikipedia
Los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), conocidos internacionalmente por sus siglas en inglés, POPs (Persistent Organic Pollutants) son sustancias químicas especialmente perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana. En la naturaleza producen los fenómenos de bioacumulación y biomagnificación, provocando sus peores consecuencias en las especies superiores de la cadena trófica, como los seres humanos.
Los COPs se acumulan en los tejidos grasos y permanecen en el medio ambiente durante mucho tiempo. De esta forma, pueden provocar efectos nocivos en los ecosistemas y en los seres vivos, como cáncer, interferencia en la capacidad reproductiva de muchas especies, disminución en el desarrollo intelectual de niños, debilitamiento del sistema inmunológico, etc.
Gracias a su resistencia, acaban siendo diseminados por todo el planeta, incluso donde nunca han sido empleados, especialmente en las regiones más frías de la Tierra. Por ello, los expertos apuntan a soluciones globales que involucren a todos los países posibles.
Los sustitutos de los COPs son obstaculizados por su elevado coste, la insuficiente concienciación pública o la falta de la adecuada infraestructura o tecnología
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP en sus siglas inglesas) reconoce que "hay sustitutos para la mayoría de los COPs, pero su uso se ve obstaculizado por su elevado coste, la insuficiente concienciación pública o la falta de la adecuada infraestructura o tecnología".
Diversas organizaciones consideran insuficientes las medidas adoptadas hasta ahora, como los más de 6.000 millones de euros que se estima han sido destinados a su control. Por ejemplo, muchos países en desarrollo siguen utilizando DDT para acabar con los mosquitos que transmiten la malaria.
Por ello, en la segunda Conferencia de las Partes (CdP-2) de la Convención de Estocolmo, celebrada a principios de mayo de 2006 en Ginebra, Suiza, los países con menos recursos solicitaban el incremento de la ayuda financiera para eliminar estas sustancias, algunas de ellas muy comunes en estos países, como el DDT o las dioxinas.
En este sentido, el Convenio de Estocolmo es una de las medidas más destacadas de la comunidad internacional. En vigor desde el 17 de mayo de 2004, fue firmado el 23 de mayo de 2001 por más de 120 países, entre ellos los Estados miembros de la Unión Europea (UE). La Convención de Estocolmo pide medidas internacionales sobre la que denomina "docena sucia", 12 COPs agrupados en tres categorías:
  • Pesticidas: Aldrina, clordano, DDT, dieldrina, endrina, heptacloro, mirex, y toxafeno
  • Productos químicos industriales: Hexaclorobenceno (HCB) y bifenilos ploriclorados (PCB)
  • COPs producidos de forma no intencional: Dioxinas y furanos
Los gobiernos firmantes se comprometían de esta forma a promover las mejores técnicas disponibles y las mejores prácticas ambientales para identificar, reemplazar y prevenir tanto los COPs existentes como los que pudieran desarrollarse en un futuro. En el caso de las dos primeras categorías, el convenio se marcaba la prohibición de los mismos. Sin embargo, para los COPs no intencionales, subproductos de determinados procesos energéticos e industriales, se proponía su máxima reducción posible.
El uso de los COPs comenzaba en 1945 con la producción a gran escala del DDT como plaguicida, para controlar los insectos causantes de enfermedades o desastres en las cosechas. El DDT (dicloro-difenil-tricloroetano) es un compuesto orgánico descubierto en 1874, aunque no fue hasta 1939 cuando el químico suizo Paul Hermann Müller encontraba sus propiedades insecticidas, lo que le sirvió para ganar el Nobel de Medicina y Fisiología en 1948.
Sin embargo, la bióloga y divulgadora Rachel Carson exponía en su famoso libro Primavera Silenciosa, de 1962, todos los peligros ecológicos y sanitarios derivados del DDT. A raíz de ello, la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA) prohibía este producto químico en 1972.

Los COPs en España

Según el manifiesto "Científicos por la Eliminación de los Contaminantes Tóxicos", en España no se han tomado las medidas necesarias para identificar las fuentes de COPs y los mecanismos para garantizar su eliminación. Por ello, sus autores, un grupo de investigadores y profesionales de diferentes campos de la ciencia, la salud, la educación y el medio ambiente, reclaman mayores controles y medidas.
Asimismo, el manifiesto recuerda que además de la "docena sucia" del Convenio de Estocolmo, hay muchos más compuestos que deberían ser igualmente sustituidos progresivamente, y habla por ello de Contaminantes Tóxicos Persistentes (CTPs), un grupo más amplio que el de los COPs.
Por su parte, algunos grupos de investigación se centran en estas sustancias, especialmente en los COPs de producción no intencional o los nuevos contaminantes. Tal es el caso por ejemplo del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), a través de su Grupo de Compuestos Orgánicos Persistentes.

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