domingo, 22 de diciembre de 2013

Materiales fundentes

Como se ha mencionado, la sal junto con los quitanieves de empuje siguen siendo el método más efectivo y más económico de mantener las carreteras libres de hielo y nieve. Además de las variantes de sal mineral, hay otros materiales más caros que aún no tienen mucha difusión.
La sal se disuelve en agua y baja el punto de congelación, también fundirá el hielo que se ha formado. Químicamente el cloruro sódico (sal) fundirá el hielo y la nieve, a temperaturas tan bajas como -21ºC. Sin embargo por debajo de -10ºC las cantidades de sal requeridas aumentan hasta un punto en el que el uso no resulta conveniente, económica y ambientalmente. Las dosificaciones de aplicación recomendadas son 10 g/m para extendidos de sal preventivos, 20-40g/m para fuertes heladas o caídas de nieve, 40-60g/m para retirada de nieve.
Una concentración de sal seca concentrada puede tener un serio efecto sobre el hormigón, causando el desconchado y progresivo deterioro, particularmente si es hormigón armado. Los efectos a largo plazo sobre puentes de hormigón se están convirtiendo en un serio problema, particularmente si se rompe la cubierta impermeable.
La solución de sal corroe los metales y tiene un efecto perjudicial sobre los vehículos de la carretera. Los vehículos dedicadazos a la viabilidad invernal son especialmente sensibles requiriendo un mantenimiento y lavado cuidadoso y regular.
Para ser más efectiva la sal debería extenderse sobre una carretera húmeda, de otra forma será llevada por el viento rápidamente a las cunetas. En caso de predicción de nieve es esencial completar las operaciones antes de que la nevada comience, para asegurar una superficie húmeda que, con ayuda de la circulación, fundirá la capa inicial de nieve. Si no existe esta humedad en superficie, la nieve se endurecerá con el hielo y se hará peligrosa y difícil de eliminar al mismo tiempo.
Los tratamientos preventivos o fundentes (como la sal o el cloruro cálcico), que pueden impactar dañando la vegetación cercana o reduciendo la calidad del agua. Además, pueden reducir la capacidad de retención de agua de los suelos, disminuyendo el crecimiento de las plantas y aumentando con ello la erosión. Las infiltraciones en el terreno también pueden contaminar los acuíferos.
Una concentración fuerte de sal en el agua del terreno puede afectar a las características de los suelos y evitar que las plantas puedan absorber la humedad a través de sus raíces. Se produce una deshidratación que causa la muerte de las plantas casi con certeza. Un ejemplo típico son los primeros 2 o 3 pies de la hierba a partir del borde de los arcenes de una carretera de tráfico importante, donde la extensión de solución salina mata la hierba.
Los almacenes de sal suelen ser exteriores quedando expuestos a la climatología. Aunque el apilado esté protegido habrá siempre una disolución. La sal deberá ser almacenada sobre una superficie impermeable, aplicando sistemas de drenaje alrededor de los bordes de apilamiento.
Las buenas prácticas ambientales deben tender a la reducción de las cantidades de sal incorporadas en la vía, especialmente en espacios ambientalmente sensibles.
Las principales actividades que engloba la vialidad invernal son:
  • Almacenamiento de sales
  • Extensión de las sales en la calzada
  • Fabricación de salmuera
  • Limpieza y lavado de máquinas
  • Retirada de nieve
  • Transporte, carga y descarga de sales

La sal común es la sustancia más económica y efectiva a la hora de luchar contra las acumulaciones de nieve y las placas de hielo en las carreteras y las ciudades. Sin embargo, su uso masivo acarrea consecuencias negativas en los apartados ecológicos, económicos y sanitarios

¿Es viable aunar ecología seguridad? Hemos de contestar afirmativamente, ya que con una utilización selectiva y organizada de la sal se consigue disminuir su impacto. Además, en determinados casos, es posible sustituirla por otras sustancias alternativas.
Según un estudio llevado a cabo por el Ministerio de Medio Ambiente canadiense en el año 2.000, las consecuencias de su utilización son muy variadas: daños graves en árboles y plantas hasta una distancia de 200 metros de las carreteras tratadas con sal, disminución de la vida salvaje al contar con menos recursos naturales, incremento de la toxicidad en sangre y tejidos de diversos animales que ingieren el agua salada o aumento de accidentes provocados por animales como ciervos, alces o pájaros que invaden las carreteras al ser atraídos por la sal. Incluso, en concentraciones elevadas, la sal puede incrementar la acidez del agua y provocar efectos similares a los de la lluvia ácida.
En lo que a las consecuencias económicas respecta, las propiedades corrosivas de la sal aceleran el proceso de oxidación de la chapa y los bajos de los automóviles, con lo que sus propietarios han de invertir más en el mantenimiento de los mismos o en la instalación de sistemas anticorrosión. Además, la unión de la sal, el hielo y el paso de las máquinas quitanieves puede provocar baches y agujeros que deterioren el asfalto de calles y carreteras.
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También provoca daños en la salud, ya que reduce la capacidad natural de la vegetación de absorber elementos contaminantes, y por ende la calidad del agua utilizada para consumo humano. Algunos expertos aseguran que el principal problema es el cambio de sabor, aunque estudios realizados por el Consejo de Investigación Nacional (NRC) de EE.UU. advierten de los riesgos del aumento de la salinidad en el agua para las personas hipertensas
¿Existen alternativas a la sal?
Cabe reseñar que, como en otros muchos aspectos, no por utilizar mucha cantidad de sal se acaba antes con la nieve, por tanto, una primera medida sería la utilización de la misma de una manera selectiva. Por ejemplo, en los países que están más acostumbrados a este tipo de inclemencias, sustituyen la sal por salmuera (sal disuelta en agua) y la mezclan con arena, para aumentar el agarre, sin necesidad de contaminar más.
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También se utilizan diferentes mixturas, como la sal con cloruro potásico o salmuera con cloruro cálcico. Una técnica muy utilizada en los aeropuertos, para evitar la corrosión en los aviones, es el empleo de urea, aunque su alto poder nutriente puede producir problemas de eutrofización (una abundancia anormalmente alta de nutrientes que hace inviable la existencia de la mayoría de las especies que previamente formaban dicho ecosistema).
Diversas investigaciones llevadas a cabo en universidades americanas (no podía ser de otra forma…) indican que el acetato de calcio-magnesio es la alternativa con menos consecuencias negativas. Es un material sólido que se disuelve en agua y que además de ser relativamente inocuo para plantas y animales, no corroe el metal ni daña las carreteras. Otra sustancia de las mismas características es el acetato de potasio, que sirve de base para anticongelantes comerciales libres de cloro. ¿Cuál es el problema entonces? Pues el mismo de siempre: su coste, que es 20 veces superior al de la sal.
No obstante estas sustancias no son la “panacea universal”, y su efectividad, al igual que la de la sal, es inferior cuando la acumulación de nieve es muy grande. Por ello, antes de utilizarlas, es preferible el uso previo de máquinas quitanieves para acelerar el proceso.

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